20 abr 2011

¡Cuando se nos mete algo en la cabeza no hay quién nos pare!

Para un par de locos como nosotros ver el mapa maya de Campeche es como una tienda de caramelos enfrente de un colegio. ¡Lo queremos todo! La zona está plagada de pequeños sitios, algunos más restaurados, otros apenas unos restos y todos muy interesantes...

Debido a nuestra agenda debíamos escoger los sitios que fueran un poco más "accesibles" y que merecieran la pena visitar. Así que dentro de la Ruta de Rio Bec introdujimos los sitios de Hormiguero y Rio Bec como excursiones más alternativas de la ruta. Sin duda alguna fue un acierto total.


Hormiguero 11La primera jornada por la tarde nos acercamos a Hormiguero. Hay una señalización en el crucero principal de Xpujil que lleva hacia allí. Siguiendo esa carretera (perpendicular a la carretera general) llegamos hasta una señalización a la derecha que lleva al sitio. La carretera comienza asfaltada pero poco a poco se va convirtiedo en una terracería. El camino en sí mismo es espectacular. Cada vez más frondoso, cada vez más selvático, con la luz y el ambiente cambiando mientras avanzas. Una vez allí nos llevamos otra gran sorpresa: entrada libre. Supongo que no mucha gente se aventura hasta allí y por eso han retirado el precio de la entrada.

El sitio no está completamente excavado, apenas tiene dos estructuras restauradas, aunque es fácil distinguir multitud de monticulos en los alrededores y alguna que otra plaza cubierta de vegetación. Aun así la visita es impresionante y ese par de estructuras merecen todo el paseo.

Aqui podemos observar otra portada zoomorfa muy bien conservada. Uno no se cansa de ver esas "monstruosidades".
Hormiguero 01
Nuestra nota: 9/10
Lo mejor: La situación. Hasta ese momento la mejor.
Lo no tan bueno: A pesar de una experiencia cercana al 10, se echan en falta más estructuras restauradas.
Recomendamos: Recomendamos recorrer con detenimiento la zona, descubrir las plazas ocultas y los "tuneles" de excavación en busca de estructura y otros tesoros...



Al día siguiente nos esperaba el plato fuerte de toda esta aventura: Rio Bec. Nuestro sentido común nos indicaba que si todo el estilo de la zona se llama Rio Bec, el yacimiento con el mismo nombre no nos lo podíamos perder. Buscamos información en internet y en varias guías y la verdad que no encontramos mucho que sirviera de ayuda. Gracias a este lugar decidimos escribir este blog, para poder facilitar a otra gente acceso a este tipo de lugares.

Para llegar a Rio Bec primero hay que llegar al Ejido Veinte de Noviembre. Hay que tomar la carretera 186 de vuelta hacia Chetumal y en el primer desvío a la derecha encontramos la desviación bien señalizada. Hay que seguir la carretera hasta el final, ya que termina en el pueblo. Una vez allí sólo existen las siguientes opciones:
    Rio Bec 04
  • A la entrada del pueblo hay una pequeña casa violacea, el guía del pueblo vive allí. Recomendamos hablar con él. Es una de las pocas personas con las que es sencillo entenderse en la zona, aunque no siempre puede ayudar (como en nuestro caso). Si váis con un 4X4 o hay alguno disponible para alquilar en el pueblo, él se hace cargo de llevaros hasta el sitio, siempre que no sea época de lluvias (en ese caso el acceso es casi imposible por carretera).
  • Aventurarse por el camino en busca del sitio. En época seca y con un buen todo terreno puede hacerse. Los franceses a cargo de la excavacion lo hacen cada año y arreglan un poco el camino. Nosotros recomendamos hablar con los lugareños y no ir por tu cuenta.
  • Si ninguna de las anteriores funciona, alquilar unos caballos y contratar un guía. Esta fue nuestra opción y resultó ser toda una experiencia (unos 750MXN por persona, o según negociación). Es una opción nada barata, pero creemos que ha merecido la pena.
El camino a las ruinas a caballo dura unas 4 horas, y se toma la misma carretera que lleva al Ejido hasta el final, que se convierte en una terracería. Más adelante están construyendo unas cabañas mayas para recibir turistas, pero apenas estaban empezando cuando nosotros llegamos. La idea nos pareció fenomenal. Adentrándose por el camino finalmente tomamos un desvío por el monte. Cruzando parte de la selva, tuvimos oportunidad de ver la milpa (cultivo tradicional del maíz con calabaza y frijolitos) de la zona, atravesamos bosques de vegetación frondosa y esquivamos por el camino arañas gigantes.

Después de una buena sobredosis de selva y de caballo, y justo cuando creíamos que ibamos a morir del dolor de llevar montados varias horas en esos caballos de juguete (bien pequeñitos) llegamos a Rio Bec: una serie de ruinas esparcidas en mitad de la selva. Hay algunos carteles manuales realizados por la gente que está excavando el sitio en verano. Aún así parece que uno ha llegado al fin del mundo.
Rio Bec 20
Rio Bec 27
Rio Bec 50Nos quedamos sin palabras al llegar. Dejamos a los caballos descansar y permitimos que nuestro guía nos llevara entre las diferentes ruinas.

La visita no es muy larga, y sin duda tardamos mucho más en el camino, pero la vista de esas estructuras nos hizo olvidar el mal trago del camino (para nosotros no acostumbrados a montar a caballo).
A la vuelta nos llovió parte de la ruta, lo que provocó que se despertará un poco la selva a nuestro alrededor. Monos aulladores, todo tipo de pájaros y hasta oimos rugir a un jaguar. Una experiencia inolvidable. A unos 7 km de la meta Jesús dijo basta, se bajó del caballo y continuó todo el camino andando. Nosotras le acompañamos durante parte del trayecto, pero sólo un par de kilómetros. Berta y yo decidimos dejar nuestra dignidad intacta a la llegada al pueblo. Ya se encargaron nuestros amigos mayas de troncharse de Jesús, que era más grande que el propio caballo.

Al llegar teníamos el cuerpo molido y lleno de marcas del maltrato. Estabamos cansados y doloridos por montar esos caballos. Sopesamos si había merecido la pena el viaje, por ese dinero y ese dolor y no lo teníamos del todo claro. Hoy, después de este tiempo, lo sabemos seguro. Mereció la pena cada instante. Ahora que el daño se ha difuminado con el recuerdo de las ruinas entre la vegetación sólo recordamos lo impresionante del camino, el paisaje y la fauna.

Nuestra nota: 9/10
Lo mejor: Experiencia única, ahora sí somos auténticos exploradores. Nuestro guía local. Su conocimiento de la zona, sus historias, su relación con los antiguos mayas...
Lo no tan bueno: Caballo, caballo, caballo. Dios, todavía duele cuando lo recordamos.
Recomendamos: Ir con un guía local. Cambia totalmente la experiencia. Ir sin prisa, el sitio está lejos (unos 17 km), llevar algo de comer y de beber ya que pasamos todo el día fuera. Antimosquitos. Cuidado con las garrapatas. Ir, a pesar de los pormenores.



14 abr 2011

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Becán es una maravilla. Está unos kilómetros al oeste de Xpujil, muy cerca de Chicanná, y se trata de una ciudad maya con enormes edificios bien conservados, algunos de ellos muy originales. Es una ciudad antigua, fundada en el periodo preclásico, sobre el 550 a.C., y abandonada finalmente sobre el 1200 d.C.

Lo que mas llama la atención al llegar al yacimiento es que toda la ciudad está rodeada de un foso defensivo, algo poco habitual, al menos de esas proporciones. El foso tiene unos seis o siete metros de anchura y tres o cuatro de profundidad, y hay varios caminos que lo cruzan en diferentes puntos, permitiendo el acceso a la urbe.

Nada mas entrar nos encontramos con algunos edificios alrededor de una plaza, entre los cuales aparece un tunel abovedado que nos conduce hasta otra plaza en la que destacan varios templos impresionantes, incluida una alta pirámide escalonada a la que se puede subir, y desde la que se tiene una fantástica panorámica de los edificios cercanos. Se pueden admirar algunos mascarones, aunque ya sin recubrimiento de estuco. Siguiendo el recorrido, nos acercamos a una estructura palaciega enorme, con muchísimas habitaciones y con mas de tres pisos de altura. Detrás de este palacio hay un juego de la pelota bastante grande, rodeado de árboles.

Rodeando el palacio, cruzando un bonito patio interior, llegamos al sitio donde se conserva un friso de estuco pintado, en el que destaca un mascarón adornado con un complicado tocado. Todo esto se encuentra protegido y cerrado, pero se puede ver a través de un cristal (algo sucio por cierto).

Siguiendo con la visita, llegamos a un impresionante conjunto de edificios, elevados sobre un zócalo monumental, y que rodean una plaza elevada. Uno de ellos, con dos torres cuadradas, destaca sobre los demas, pero también hay varios templos muy bonitos, y se puede subir hasta arriba para disfrutar de la vista.

En general creo que es de los yacimientos mayas que mas me han gustado, tanto por su espectacularidad como porque es muy facil de visitar, con todos los edificios bastante agrupados. Y como se trata de un sitio poco conocido a nivel turístico, la verdad es que fue toda una sorpresa. El coste de la entrada es de $41 MXN, y vale cada uno de ellos, y algunos mas.

Nuestra nota: 9'5/10
Lo mejor: Es uno de los yacimientos mas impresionantes que he visto en Yucatán.
Lo no tan bueno: Hacía mucho calor, y subir a los edificios era duro.
Recomendamos: Sombrero, agua y calzado cómodo para poder recorrer todo lo que hay por ver.

11 abr 2011

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Cruzando la frontera entre Quintana Roo y Campeche entramos en la zona arqueológica de Rio Bec.

Esta zona es sin duda alguna otra de las pequeñas joyas arqueológicas de Yucatán. Eclipsada por la fama de ciudades más visitadas como Chichen Itzá o Uxmal esta zona alberga una gran cantidad de sitios que florecieron en el periodo clásico maya.

Para llegar a la zona continuamos por la carretera 186 de Chetumal a Escárcega hasta llegar a una localidad llamada Xpujil (o Xpuhil). Esta "ciudad" cuenta con todos los servicios y sirve de perfecta base para recorrer la zona. Hay una opción bastante amplia de alojamiento que va desde los 100MXN por persona (Cabañas Jorgito) hasta los 400MXN. Los sitios más caros y limpios quedan a la izquierda de la carretera ya casi al final del pueblo y hay un par de opciones más "coquetas" pasada la ciudad entre Becan y Chicanná, también a tomar en cuenta.

Poco antes de la entrada al pueblo hay un control militar. Armaos de paciencia, paran prácticamente a todos los coches y os revisarán hasta las costuras de la chaqueta...

Como hay mucho que visitar merece la pena planear el orden para aprovechar el tiempo. Nosotros escogimos el orden que veréis en las publicaciones, no significa que sea el mejor, pero nos funcionó muy bien.

La primera parada la hicimos en Chicanná, a un par de kilómetros pasado Xpujil, la entrada cuesta 37 MXN. Parece que en su día esta pequeña ciudad fue satelital de la monumental Becán, aunque en la actualidad destaca por si misma. El paseo se hace muy agradable, no es muy grande y las estructuras están concentradas, eso también se agradece.

Nuestra nota: 8'5/10
Lo mejor: Estructura II, las fauces de Itzamná justifican este viaje por si mismas.
Lo no tan bueno: A parte de las dos estructuras principales no hay mucho más que ver (mal menor)
Recomendamos: Disfrutar del paseo y la naturaleza. En esta región la fauna y flora se tornan más selváticas.  

10 abr 2011

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Aún dentro de los límites del Estado de Quintana Roo, y a unos 30 km. de la desviación de Kohunlich por la carretera de Escárcega, hay pueblito llamado Caobas. Hacia allí nos dirigimos con la intención de visitar un yacimiento del que habíamos oido hablar: Chacan Bacan. No vimos señalización para llegar al sitio, y ya dentro del pueblo paramos en una tiendecilla para preguntar por cómo llegar allí. No dijeron que no se podía visitar, que los arqueólogos estaban trabajando todavía, pero mas o menos nos indicaron por donde estaba el camino que llevaba hasta allí.

Después de tener que preguntar un par de veces mas, incluyendo a un coche de policía, nos indicaron exactamente cual era el camino. Estaba cerrado con candado. Y se veía una enorme pirámide entre la selva en la lejanía, a un par de kilómetros de distancia. No me lo pensé dos veces y decidí saltar la barrera y acercarme, pedír permiso a los arqueólogos para que nos dejaran pasar y volver a buscar al resto de nuestra expedición para que pudieran visitar el lugar. Creí que lo mejor sería ir solo, ya que comenzaba a chispear y acostumbrado a trotar por el campo, me podría mover mas ligero. Marta y Berta se quedaron en el coche a esperarme.

Los primeros cientos de metros fueron muy agradables, por un camino entre campos de cultivo, hasta una segunda barrera (que también tuve que saltar). A partir de ahí me interné en la selva, entre sucesivos chaparrones y con el cielo encapotado. Ya no se veía la pirámide, pero me imaginaba donde estaba. El primer problema fueron las encrucijadas de caminos entre la selva, que convirtieron mi paseo en una lotería, y se ve que fallé la combinación, ya que en lugar de acercarme al sitio en el que yo pensaba que encontraría el yacimiento, la ruta me llevaba mas lejos, entre árboles y campos. Me hinché de ver pájaros de todos los colores (naranjas, azules, inidentificables) pero de la pirámide ni rastro. decidí volver sobre mis pasos e intentar otra ruta.

Finalmente hallé una especie de campamento entre la jungla, con chozas y palapas, con ropa tendida y zapatos en los porches, pero ni un alma. Pensé que tal vez los trabajadores estarían en el yacimiento. Pero ni rastro de éste. La verdad es que el campamento bien podría ser de arqueólogos, de narcotraficantes, o de la guerrilla zapatista, así que algo inquieto por un posible encuentro sí que estaba... Al fin, tras un largo rato de recorrer senderos, reconocí montículos de escombros cubiertos de vegetación, restos de una ciudad maya inexcavada en medio de la selva. Y llegué a una plaza cubierta de árboles de la que partía una enorme rampa, que conducía hacia la pirámide, por fin.

No había nadie, ni un ruido, aparte de los cantos de aves y el rumor del chaparrón. La pirámide era muy alta, y casi todo su costado estaba cubierto de toldos de techo de hoja de palma. Mientras subía pude ver que, en proceso de excavación y restauración, había una serie de espectaculares mascarones escalonados, muy grandes, y con un estilo muy diferente al que habíamos visto hasta ahora, con un aire olmeca. Subí hasta arriba para ver la vista, y me fijé que la zona de la que venía estaba mas lejos de lo que pensé al principio, con lo que la pirámide era mas grande de lo que calculé en la distancia.

Me había entretenido mucho tiempo, así que decidí regresar deprisa a donde me esperaban las chicas, ya que sin cobertura móvil (evidentemente) no podían saber que todo iba bien. Troté un rato mas hasta salir de la selva, y junto a la segunda barrera me encontré a Marta y a Berta, que me esperaban preocupadas, después de haberse imaginado mil historias para mi retraso. Como se había hecho tarde, ya no tuvimos tiempo de volver con ellas, así que lo dejamos para otra ocasión. Todo fue muy bien, vi el yacimiento entre la selva y los mascarones, y ya me se el camino para la próxima vez.

Nuestra nota: 8'5/10
Lo mejor: La experiencia de buscar entre la selva, y, por supuesto, esos mascarones increibles.
Lo no tan bueno: Por culpa de la cubierta vegetal es complicado hacer fotos a los mascarones.
Recomendamos: Si no sois un poco aventureros, esperar que abran el yacimiento para visitantes. Si lo sois, id en fin de semana para colaros, ya que no parece que haya nadie en la zona.
Muy cerquita de Kohunlich, en la carretera que se dirige a Escárcega encontramos una desviación señalizada que nos llevará hasta el conjunto arqueológico de Dzibanché. Se trata de una enorme área llena de restos de una gran ciudad maya, en la que se pueden visitar tres zonas: Dzibanché, la mas importante y monumental; Kinichná, donde se visita nada mas un edificio, pero muy espectacular; y Lamay, un área en proceso de estudio que se puede ver desde la carretera. Es un área muy interesante, y vale la pena visitarla con detenimiento aunque hay que tener en cuenta que no hay hoteles cerca, salvo uno de lujo, que no está al alcance de los bolsillos de todos.

El primer lugar que visitamos es Kinichná, una impactante acrópolis a dos kilómetros de Dzibanché, de altura considerable y con toda una serie de dependencias en la parte superior, a modo de templetes. La subida es dura, pero vale la pena porque está muy bien conservada y tiene una vista muy chula.

Nuestra nota: 8'5/10
Lo mejor: La grandiosidad de la estructura, que impresiona por su tamaño y altura
Lo no tan bueno: La vegetación circundante impide tener una buena visión de conjunto del edificio.
Recomendamos: Subir hasta arriba del todo para disfrutar de la vista despejada que nos espera.

La zona principal del conjunto de Dzibanché es el centro ceremonial y político de la antigua ciudad, una impresionante agrupación de templos, pirámides y palacios, que conforman plazas monumentales por entre las que pasan los senderos. La visita comienza pasando junto al llamado Templo de los Dinteles, un edificio piramidal escalonado, sobre el que se alza el Templo en sí, en el que se encontraron unos valiosos dinteles de madera labrados con glifos y figuras.

El recorrido llega a una gran plaza rodeada de construcciones, entre los que destaca una altísima estructura, el edificio II, en el que se conservan algunos restos de estuco en un costado. El paseo visitando los templos uno por uno es muy bello, y se agradece la sombra de los árboles que cubren la mayor parte de la zona.


La zona central del yacimiento es una plaza elevada sobre un zócalo, flanqueada por cuatro edificios, uno de los cuales es el mismo edificio II pero del otro lado. También hay dos palacios (norte y sur), y un fantástico templo I, muy bien conservado. Muchos de los edificios tienen enormes árboles que crecen sobre sus piedras, y que han sido mantenidos por los arqueólogos (con muy buen criterio, creo yo).


Un poco mas allá de la gran plaza se encuentran toda una serie de plazoletas mas modestas, de dependencias administrativas, pero que tienen un ambiente muy especial, a la sombra de esos enormes árboles. El último gran edificio que se puede visitar es una estructura alargada y también bastante alta que conserva unas espectaculares falsas bóvedas, muy estilizadas y que conservan restos de cobertura de estuco.

La entrada a Dzibanché y Kinichná cuesta $41 MXN, y el boleto vale para los dos yacimientos, ya que se considera que el recinto es el mismo.


Nuestra nota: 9/10
Lo mejor: La cantidad de edificios monumentales en el yacimiento, que lo convierten en una joya.
Lo no tan bueno: No se pueden ver los dinteles de madera grabada por los que es famoso el lugar. Están guardados en un almacén.
Recomendamos: No centrarse únicamente en las plazas monumentales. Hay rincones mágicos también en las zonas mas periféricas.

Muy cerca de Dzibanché, junto a la misma carretera, se pasa junto a Lamay, otra zona de acrópolis que se encuentra en excavación y todavía no se puede visitar, aunque nada impide disfrutar de la vista de sus estructuras desde cierta distancia. En conjunto, el grupo arqueológico de Dzibanché y sus yacimientos subsidiarios es de las ciudades mayas mas espectaculares que hemos visitado (y ya hemos visto muchas). Es una visita ineludible si se viaja por el sur de Quintana Roo.

Nuestra nota: 6/10
Lo mejor: Al estar junto a la carretera es muy fácil parar y hacer unas fotos.
Lo no tan bueno: No se puede visitar.
Recomendamos: Dejarlo para el final del recorrido.

4 abr 2011

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No, no te has confundido.

¡Nos estamos renovando! Es probable que en los próximos días haya algún que otro cambio más, para dejar nuestra página "maqueada" del todo. Siento las molestias pero mis escasos conocimientos de código hace que el proceso sea un poco más largo (tirando de tutoriales y foros :-P). 

¡Espero que os guste nuestra nueva imagen!

3 abr 2011

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Al sur del estado de Quintana Roo, en la carretera que va de Chetumal a Escárcega, encontramos la pequeña joya denominada "El corredor arqueológico".

Resulta curioso lo poco conocida que es esta zona y sobre todo lo poco promocionada que está. Es dificil de creer puesto que se trata de la zona arqueológica más impresionante y mejor conservada de todo el estado "y parte del extranjero"

Kohunlich está situada al sur de la Ruta 186 tomando un desvío en la población de Francisco Villa, después de 9 kilómetros la carretera llega directamente al sitio. Está muy bien señalizado. La entrada al sitio es de 49MXN

Nada más entrar sorprende la monumentalidad de los edificios y la buena conservación de gran parte de ellos. De los palacios y viviendas hay que destacar la verticalidad de los muros, es una gozada observar estructuras habitacionales y de palacio que conservan tanto nivel de construcción. También se pueden observar unas "falsas" bóvedas en muy buen estado.

De camino a la pirámide encontramos una placita rectangular rodeada de ceibas que parece suspendida en el tiempo, pasear sin rumbo fijo por esa zona es una delicia. Además, la sombra de estos magníficos árboles se agradece una barbaridad (no siempre tendremos esa suerte). En lugares como este es fácil imaginar la monumentalidad de estas ciudades en su apogeo.


Pero sin duda alguna si hay algo que destacar de este sitio son sus mascarones de estuco a los costados de su pirámide principal.

Estos mascarones se han conservado gracias a la "manía" que tenían los mayas de cubrir las estructuras con nuevas "capas" con el paso de los años. En ocasiones los gobernantes querían vincularse con algún antepasado continuando su obra, otras veces trataban de demostrar su poder al ampliar obras ya magnificas de por sí, o simplemente aprovechaban lugares "sagrados" para inmortalizar su poder. Con un poco de paciencia los arqueólogos han podido recuperar estas joyas mayas. Y con un poco de suerte, nosotros hemos podido disfrutarlas.


Vista general del Edificio A1 conocido por sus mascarones donde a cada lado de la escalinata se encuentran las esculturas de estuco. En esta vista se puede ver que en la base queda un mascarón oculto bajo la estructura superior. Al encontrar el sitio toda la pirámide estaba oculta esta nueva "capa"












Aquí tenemos un plano más cercano de una de las caras gigantes. Todavía conserva parte de la pintura roja original.

Nuestra nota: 9/10
Lo mejor: Los mascarones, son sobrecogedores, el guarda nos explicó como llevaban las excavaciones.
Lo no tan bueno: No se nos ocurre nada.
Recomendamos: Aunque por la distancia no es un sitio muy transitado recomendamos ir en época baja y tempranito por la mañana. Visitar los sitios de la zona. Repelente de mosquitos.



2 abr 2011

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Después de visitar Muyil seguimos en dirección sur hacia la ciudad de Chetumal. A unos 140 km. de Tulum encontramos las ruinas de la ciudad maya de Chacchoben. Se trata de un sitio no demasiado grande, aunque tiene algunas estructuras notables, y el conjunto está en perfectas condiciones, ya que fue restaurado y abierto al público hace poco tiempo. El precio de la entrada es de $41 MXN, y lo primero que destaca del yacimiento es el llamado templo 24, una pirámide muy bien conservada y de buen tamaño, con las esquinas redondeadas.


Siguiendo la ruta establecida, se cruzan toda una serie de estructuras bastante arrasadas, que conforman una bonita plaza, a la sombra de buena cantidad de árboles, entre ellos algunas ceibas y una palmera excepcionalmente alta. Un poco mas allá encontramos un enorme zócalo nada mas restaurado en parte. Se trata de una plataforma de mas de 100 metros de lado y unos 10 de altura en la que destacan las escaleras de acceso a la parte superior.

Sobre el zócalo se puede ver el templo 1, una pirámide que, al estar ya elevada sobre la plataforma, alcanza una buena altura, y desde cuya cima se puede disfrutar una magnífica vista de los alrededores, incluyendo otro de los templos de l yacimiento, situado también sobre la plataforma. En definitiva, Un sitio que bien vale el precio de la entrada.


Nuestra nota: 8/10
Lo mejor: Las estructuras están bien restauradas y son espectaculares.
Lo no tan bueno: No se puede subir a los templos.
Recomendamos: Rodear la plataforma para ver esta impresionante estructura desde todos los ángulos.

Tras la visita de Cacchoben seguimos hacia el sur, acercándonos a un enorme lago llamado Laguna Bacalar. Tiene forma alargada y mide cerca de 25 km., aunque su anchura máxima e de poco mas de uno. Se trata de un lugar bastante popular entre la gente bien del estado, y es habitual entre ellos tener una segunda residencia a orillas de la laguna. A unos 40 km. de Bacalar ya llegamos a Chetumal, una ciudad bastante grande, en la costa del Caribe, que es la capital del estado de Quintana Roo, a pesar de que Cancún se lleve toda la fama. No destaca por ser una ciudad bonita, la verdad.


A pocos kilómetros de la urbe fuimos a visitar un pequeño yacimiento llamado Oxtankah. La verdad es que no destaca por su espectacularidad, aunque tiene algunos edificios interesantes, con una plaza rodeada de estructuras en las que destaca una especie de banco que conserva molduras de estuco policromadas. Se pueden ver edificios aún en ruinas, cubiertos de vegetación, mientras se pasea por los senderos que conectan las diferentes zonas visitables. Destacan también los restos de una iglesia de época colonial, que uno se encuentra de repente entre la vegetación. La zona tiene un toque romántico.

Nuestra nota: 6,5/10
Lo mejor: La vegetación es espesa y los paseos por entre las ruinas son bonitos
Lo no tan bueno: No hay mucho quever, si se compara con yacimientos de mas entidad.
Recomendamos: Descansar un rato junto a las ruinas de la iglesia, la atmósfera del sitio es especial.

La visita al sitio no nos tomó mas de una hora y media, tras lo cual nos dirijimos a Chetumal, para descansar un poco en nuestro hotel (bastante cutre por cierto), lo mejor del cual fue poder bañarnos en la piscina solitos. Después de refrescarnos un poco, decidimos aprovechar que el museo de la ciudad estaba al lado, y le hicimos una visita. Es un poco decepcionante, ya que todas las piezas que se exponen son réplicas (aunque muy bien logradas, la verdad). Tiene una interesante colección de maquetas de algunos de los sitios mas famosos e importantes de la cultura maya, pero lo mas destacable es el conjunto de reproducciones de páginas de los códices mayas de Dresden y de Madrid, con escritos e ilustraciones muy interesantes. Por la noche cenamos de unos bocadillos en un tugurio cerca del centro, y nos fuimos a reponer fuerzas. El día siguiente nos esperaba un día de mucha emoción...